Personas privadas de libertad vivieron con espiritualidad y tradición el inicio de la Semana Santa

Con profundo sentido religioso y tradiciones nacionales arraigadas, mujeres y hombres privados de libertad vivieron las primeras celebraciones de la Semana Santa, acompañados por la Pastoral Penitenciaria, las capellanías institucionales, los equipos técnicos de reinserción, autoridades y agentes penitenciarios.

En una Semana Santa a pleno, las actividades comenzaron con la emotiva celebración del Domingo de Ramos en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú. Las personas privadas de libertad participaron con devoción de una misa presidida por el sacerdote redentorista Freddy Romero, capellán de la institución, quien invitó a los presentes a vivir los días santos como un tiempo de encuentro personal con Cristo y de renovación espiritual.

Idéntica ceremonia de la santa misa se vivió en la Unidad Penitenciaria Industrial Esperanza (UPIE), la Penitenciaría Regional de Emboscada “Padre de la Vega”, y el Centro Penitenciario para Mujeres “Casa del Buen Pastor”, donde las personas privadas de libertad recordaron con palmas la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, abriendo así un espacio de reflexión y esperanza.

En la Penitenciaría Regional de Pedro Juan Caballero, el espíritu de la Semana Santa se vivió con la meditación y contemplación del Vía Crucis, presidido por el religioso Hermano Gervasio Benítez (Decanato 3) en el Pabellón Católico Alta. En el marco de estas actividades, también se compartió la tradicional chipa con las personas privadas de libertad de sectores vulnerables pertenecientes a pueblos originarios, gracias al acompañamiento solidario de la comunidad Santísimo Redentor de Potrero Sur, Decanato 3.

Por su parte, en el Centro Penitenciario para Mujeres “Juana María de Lara” de Ciudad del Este, la jornada comenzó con mucha alegría con la elaboración y degustación 800 chipa apo, chipa piru, chipa lopi y el tradicional jacaré, contando con la activa participación de 93 mujeres privadas de libertad (MPL), lo que demostró el entusiasmo y habilidades en la preparación de distintas variedades tradicionales.

El Ministerio de Justicia destaca que estas actividades no solo permiten fortalecer la espiritualidad y la fe en las personas privadas de libertad, sino que también fomentan la convivencia, el sentido comunitario y la integración, en el marco de su proceso de transformación y reinserción social.

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