Son varios los programas de reinserción con que cuenta el Ministerio de Justicia para las personas privadas de libertad (PPL) para la conversión de sus vidas lejos de las actividades ilícitas. Es el caso de Arnaldo Cabrera, quien de manera incansable trabaja en reclusión y ya proyecta negocios cuando recupere la libertad.
Arnaldo Ramón Cabrera se encuentra recluido en la granja penitenciaria con régimen semiabierto Ko’ê Pyahu, cumpliendo una condena de 24 años. Ya cumplió 20 años y tres meses lo impuesto por la Justicia.
Tapicero de profesión, se adentró en el mundo de la herrería para ampliar el espectro de posibilidades laborales que lo mantengan firme en su senda hacia la reivindicación de su vida social y su reinserción en el mundo laboral.
Es así que, soldadora en mano e inspirado en satisfacer el apetito insaciable de los más bajitos, empezó a elaborar carritos para la venta de panchos y pororó, y también con la firme convicción de entregar una oportunidad laboral a algún padre de familia para ganarse honestamente el pan de cada día.
Cabrera lleva tan impregnado el concepto de emprendedurismo que a falta de poco menos de cuatro años para cumplir su condena ya tiene en mente instalar una microempresa agrícola en su casa.
Inclusive, el impulso positivo hacia el trabajo lo lleva a adelantar pasos y con la venta de sus cuatro carritos, a un costo de 1 millón 500 mil guaraníes cada uno, mandará instalar en su hogar un vivero hidropónico, técnica agropecuaria que también aprendió en la granja administrada por el Ministerio de Justicia.
La idea de Cabrera es producir vegetales orgánicos que puedan ser ofrecidos a la venta, y mientras él siga en reclusión dejar el negocio en manos de su hijo, con la intención de empezar a sembrar en él la semilla del trabajo honesto, el emprendedurismo y el sacrificio.